Necesito apoyo, solidaridad, cariño… No lástima o compasión.
Necesito que te me acerques, que me toques y que me acaricies…
Porque aunque yo quiera hacerlo, mis brazos y mis piernas no pueden.
Necesito que me hables, que me saludes al llegar, que te despidas de mí.
Porque aunque esté callado yo te puedo oír bien y cuando llegas o te vas, te siento, te conozco, te extraño, y… te quiero.
Necesito sentirme uno más de esos revoltosos, gritones niños de la escuela, y participar mediado por brazos y piernas fuertes… que muevan mi silla, para moverme como ellos… que tengan paciencia para esperar mis lentos movimientos y vean que si quiero participar. Necesito, como todos los niños, que en su momento me recuerden mis deberes y me exijan cumplirlos, que debo esforzarme cada día en mi conducta social, mis logros motores, para hacerme más independiente, más maduro, en un lógico crecimiento.
Necesito que se interesen por mis continuas actividades.
Porque todo esto ya no es una tragedia nueva, sino parte cotidiana de mi “especial vida”.
EN FIN, COMO TODOS, NECESITO QUERER Y SER QUERIDO.
Cardona, E. Angélica L. y otros. Estrategias de atención para las diferentes discapacidades. Manual para padres y maestros. Editorial Trillas. México (2006)