viernes, 16 de marzo de 2012

¡Las mamás también tienen nombre!

Hace tiempo, cuando me estaba iniciando en este campo de la educación hospitalaria, tuve la oportunidad de compartir y escuchar las intervenciones de excelentes profesionales en el área y entre ellas hay una que me dejó una espinita…


A quiénes de las personas que tienen hijos han tenido la sensación de haber perdido su identidad? Cuántas Marías o Josés han dejado de ser llamados por sus nombres para responder al llamado de “la mamá de…” o “El papá de…”? Y si esta situación se presenta en un hospital, hasta pueden decir: “La mamá del paciente de la cama tal”!

A veces he hecho mención de esta situación con un poco de jocosidad (quizás característica muy venezolana), porque en más de una ocasión he dejado de ser Yelitza, para pasar a ser la mamá de Oscar David; pero porqué debe ser así? Creo que a ningún padre, sobretodo a las madres, nos avergüenza ese rol, pero no por el hecho de parir o criar a nuestros retoños perdemos la identidad.


Retomo el comienzo de este escrito, para decir que dentro de las tantas exposiciones que hubo en ese encuentro, la que hizo la profesora Mildred Gauzau, con el apoyo de la psicóloga Adelina Hernández, del Hospital J.M. de Los Ríos; hablaron de la pérdida de identidad de los padres dentro de los hospitales. Como que si no fuera suficiente lo que deben vivir en los centros de salud, también deben olvidar que tiene nombre propio? Todo niño o niña tiene derecho a tener un nombre propio desde el día de su nacimiento e incluso de su concepción, entonces por qué le vamos a quitar el nombre a los padres?


Lo cierto del caso, es que este año, en los días previos al “Día de las Madres”, decidimos no solo colocar el nombre del paciente en sus camas, sino también, el de su acompañante. Con esto, no sólo damos buen uso al nombre de los acompañantes, también abrimos espacios a la confianza y hasta al autoestima; podemos tener una comunicación más directa y efectiva.

Es interesante la reacción que tienen los padres a la hora de ser llamados por su nombre, demuestran que la cosa no es solo de los hijos, sino de vital interés para ellos.

En estos días, la “mamá” de uno de esos pacientes me dio las gracias, yo por supuesto no entendí porque lo hacía y le pregunté, entonces ella me respondió: me gusta que me llamen por mi nombre!

No hay comentarios:

Publicar un comentario