A veces tenemos la falsa
creencia de pensar que los niños que reciben tratamientos en los hospitales están
ajenos a lo que allí y con ellos sucede, pero resulta falso, porque ellos son unos
aprendices perfectos y constantes.
Hace poco una paciente de 6 años se encontraba recibiendo tratamiento y el enfermero le pregunta a la mamá que era lo que le estaban poniendo y la mamá vio al techo, a las paredes y hasta me vio a mí pretendiendo que yo le diera la respuesta y entonces la niña respondió, en estos momentos estoy recibiendo Vancomicina cada 6 horas y en la mañana me colocaron asparaginasa vía intramuscular. Ante esta respuesta los 3 adultos que allí nos encontrábamos (enfermero, mamá y yo) no hicimos otra cosa que reírnos porque ella, una niña de 6 años no sólo sabía lo que recibía, sino que manejaba nombres y términos.
En otra ocasión esta misma niña fue capaz de mandar
a buscar con su mamá a una enfermera para decirle que tenía malestar estomacal
uy que por favor le colocaran Ondasetron
y Omeprasol. La mamá no sabia que esto se podía colocar al mismo tiempo y
al doctor que en ese momento se encontraba de guardia, no le quedó otra que reír
y decir que ella ya estaba lista para dar las indicaciones medicas. Desde ese día
convertimos a Rai en la Medico Adjunto del Servicio.
Esto es una muestra de lo que son capaces de
aprender nuestros chicos en los hospitales y es entonces que surge una
pregunta: ¿Qué impide a los niños que están en situación de hospitalización,
continuar sus estudios si son capaces de aprender incluso desde lo que les
duele en el hospital? En lo particular, considero que con la guía de los
profesionales adecuados, pueden seguir siendo los niños que juegan, ríen y
aprenden.