sábado, 4 de mayo de 2013

Manual para acompañar


¿Existirá un manual que nos enseñe a acompañar? Posiblemente sea tan probable como la existencia de una manual para ser buen padre... Meros intentos, pero nada aplicable a toda persona o toda situación. En la cultura venezolana, existió un personaje muy popular de una telenovela, Eudomar Santos, quien puso de moda un dicho que rezaba así: "como vaya viniendo, vamos viendo". Al parecer, esta frase se puede aplicar en diversos ámbitos y más cuando se debe acompañar a alguien que esté pasando por una situación de vulnerabilidad a causa de malestares del cuerpo o alma, porque no sabemos cómo actuar, sólo lo hacemos a medida de transcurre el hecho.

Hermoso cuando el acompañado se siente
bien con su acompañante.

Cuando se está involucrado en una situación de hospitalización, como acompañantes, no es difícil experimentar sensaciones de tristeza, pero es nuestro deber sobreponerse ante esta situación y convertirse en herramienta para contener aquellos sentimientos de duelo que puedan embargar a la persona con salud disminuida y sus demás acompañantes.

No podemos darnos el "lujo" de convertirnos en protagonistas y creer que nuestro dolor es superior al de los demás. El acompañante debe ser una persona que pueda ayudar y no entorpecer el proceso que atraviesa el acompañado.

A quienes están involucrados en el área sanitaria, se les suele tildar como personas inhumas e insensibles, pero en muchas ocasiones simplemente han adoptado posturas (a veces inadecuadas) para no resultar “tan” afectado emocionalmente.

Habiendo revisado algunos artículos de Elisabeth Klüber – Ross y Natalia Plá Vidal quienes hablan acerca del proceso de duelo y la actuación del acompañante, se pueden hacer diversas interpretaciones, pero aquí he preparado una especie de decálogo que bien podría servir para la persona que acompaña:

I. No juzgar. La actitud del acompañado o de sus acompañantes, no deben ser un motivo para juzgar.

II. Saber callar. Para acompañar, no es necesario emitir palabras, a veces el silencio resulta más apropiado.

III.Evitar el protagonismo. El acompañado no necesita estar en un segundo plano, él es protagonista de su situación… de su momento, no es el momento del acompañante.

IV. Saber a quién se acompaña. No todos los acompañados se parecen, son personas diferentes, con necesidades diferentes.

V. No mentir. Cuando el acompañado pregunte algo, responder con la verdad o buscar a la persona adecuada que pueda responder.

VI. No ofrecer. Aquello que no se puede cumplir, no se puede ofrecer.

VII. Conocer qué tiene el acompañado. El acompañante debe manejar la información de aquello que aqueja al acompañado.

VIII. No llorar. El acompañante debe manejar sus emociones.

IIX. Saber motivar. Es necesario alentar en el acompañado aspectos de su vida que le permitan luchar para cumplir sus anhelos y vivir mejor, sin que su situación sea impedimento.

X. Dejarse influir por el acompañado. El acompañante debe estar dispuesto a dejar que el acompañado influya en su vida.

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